A la hora de coordinar la clasificación y gestión de los elementos que forman parte de un almacén es necesario aplicar el sistema de análisis ABC. Esta metodología tiene como objetivo optimizar el espacio en las labores de almacenaje, organizando los productos de tal modo que los más atractivos o vendidos se ubiquen en lugar más visible, a un alcance más directo y rápido reduciendo los tiempos de búsqueda.
El análisis ABC clasifica todos los artículos según su volumen anual de ventas, siempre en orden decreciente, en tres bloques:
Muchas empresas pueden a su vez crear otros subgrupos: los de tipo A (que son los que nos preocupan económicamente) y los de tipo C (los que no nos preocupan económicamente). En función de la rentabilidad de seguimiento que apliquemos a nuestra mercancía estarán en uno u otro escalafón.
El análisis ABC está tan interiorizado en la economía y en la estructura empresarial que puede llegar a aplicarse en otras parcelas de una empresa.
Este método clasificatorio de los productos que forman parte del día a día del almacenaje de las empresas surgió a raíz de las declaraciones que realizó el sociólogo y economista italiano Wilfredo Pareto en 1897. Su teoría, basada en el conocimiento empírico, acabó convirtiéndose en ley.
La Ley de Pareto asegura que la demanda no está distribuida de manera uniforme entre los artículos de un inventario. Pareto se dio cuenta que el 20% de la población de un país se reparte el 80% de la riqueza de éste, mientras que el 80% de la población se debe repartir el 20% restante. Son cifras variables, pero orientativas. Este principio es aplicable también a la política.
Una empresa trabaja a ritmos frenéticos y no se puede permitir la pérdida de energía y de tiempo en buscar un producto dentro de su almacén. Por todo ello, la clave del éxito viene desde los cimientos.
Si el almacenaje se efectúa correctamente, siguiendo el análisis ABC, la distribución a tienda será ideal y si en el comercio también se sigue el análisis ABC a la hora de exponer los productos, conseguiremos que el grado de satisfacción del cliente sea óptimo y que los beneficios de la empresa sean los esperados.
Por eso, en las líneas de caja de los comercios, solemos encontrar productos complementarios a las compras principales, productos que son de tipología C, que no se venden por si solo pero que si actúan como complemento de los de clase A supondrán un buen ticket medio de compra para el negocio. Otra aplicación clara del método de análisis ABC.
Si las empresas controlan el 20% de los productos almacenados (los más caros y valiosos) estarán realmente controlando el valor 80% de los artículos del almacén. A su vez estos artículos podrán clasificarse en un número limitado de categorías en función de su disponibilidad.
Todos los productos de tipo A, los que generan el 80% de los movimientos y transacciones económicas del almacén, serán colocados cerca del lugar de preparación de pedidos para que se pierda el menor tiempo posible y corran el menor riesgo en su manipulación dentro del almacén.
Según el citado análisis ABC cada artículo recibirá un tratamiento en virtud de su grado de importancia.
Al igual que el análisis ABC parte de la Ley de Pareto, ésta puede aplicarse en otras parcelas: